sindrome viajero eterno

Síndrome del viajero eterno: cuando nunca quieres volver a casa

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¿Has vuelto de vacaciones y una vez has abierto la puerta de casa ya sientes nostalgia del lugar que has dejado atrás?

No te preocupes, es algo normal. De hecho, existe lo que se conoce como síndrome del viajero eterno, con el que puede que te identifiques un poco.

Estamos hablando de esos viajeros imparables que en realidad no pertenecen a ningún lugar. Simplemente son nómadas que quieren ir de un lugar a otro, sin rumbo fijo y sin ataduras varias.

Estas personas viven en un estado de ansiedad continuo. No se sienten a gusto en un punto fijo y siempre les falta algo. Son incansables y, una vez que han probado esa vida, ya no hay vuelta atrás.

 

¿Qué es el síndrome del eterno viajero?

Ya hemos hablado de ello.

El síndrome del eterno viajero lo sufre aquella persona que no se encuentra cómoda en un sitio concreto y tiene que viajar constantemente. La idea es buscar un lugar en el que poder empezar un proyecto de vida, pero resulta muy difícil hallar ese sitio.

No sabemos si se les puede llamar adictos, aunque no hay duda de que padecen síntomas similares.

No hay ningún país lo suficientemente espléndido para ellos y ansían una felicidad que nunca encuentran.

Como es natural, cada caso es diferente y no se puede generalizar. De hecho, hay personas que tienen que cambiar de ciudad cada «X» tiempo por motivos de trabajo, lo que no significa que padezcan este síndrome.

La mayoría de los seres humanos echamos raíces en un sitio concreto, pero eso no sucede con las personas que tienen el síndrome del viajero eterno.

Sus expectativas son máximas y solo encuentran decepciones, lo que les empuja a seguir viajando y buscando.

En realidad se trata de una especie de inquietud interna que no desaparece hasta que no encuentran el lugar idóneo.

Estas personas suelen tener varias cosas en común:

  • Son viajeros.
  • Les gusta la aventura.
  • No se dejan influenciar por los demás.

Cuando llevan a un punto concreto, se instalan con ilusión, pero después de un tiempo tienen que volver a desaparecer; no logran adaptarse a esta nueva ciudad y están incómodos.

Normalmente echan la culpa a la cultura de ese lugar o a cualquier otra circunstancia. Sin embargo, es algo mucho más profundo.

Un trotamundos que siente la necesidad de conocer mundo vive feliz en lugares diferentes.

Sin embargo, la persona con síndrome del viajero eterno se muda de forma constante y nunca termina de comprometerse con el lugar. En la mayoría de los casos, el problema viene de la persona, no del entorno.

Creen que los problemas van a solucionarse por sí solos, por el hecho de alejarse de ellos. Estas personas son víctimas de las circunstancias, aunque ellas mismas quieran verse de ese modo.

Puede suceder que encuentren serios problemas a la hora de relacionarse con los demás. De ese modo, no hacen amigos, dejan temas personales sin resolver y les es complicado encontrar pareja (si bien puede ocurrir que esa persona especial también esté pasando por lo mismo).

No logran ser felices y su bucle parece eterno.

Viajar les da placer y se sienten bien, pero eso no dura siempre.

La adrenalina por encontrar un lugar nuevo es apariencia. Al final, las emociones internas saldrán al exterior para volver a la misma dinámica.

 

¿Cuáles son los síntomas?

Los síntomas guardan relación con la falta de arraigo hacia un determinado lugar.

No eres de un lugar ni de otro y parece que no lo serás nunca. Los recuerdos de la ciudad que has dejado atrás se quedan estáticos hasta que regresan a un nuevo lugar.

Es aquí cuando algunos detalles y situaciones que sucedieron en esa última ciudad vuelven para ser añoradas de nuevo.

Una de las cosas que deben hacer para no pasarlo tan mal, es tratar de asimilar la situación. Es bueno cuidar los recuerdos y hacer que nada enturbie los buenos momentos vividos para disfrutar de otros nuevos.

Sin embargo, los efectos del viajero eterno pueden llegar a ser tremendamente desconcertantes.

Puede que se añore esa última ciudad o el propio hogar, pero una vez se vuelve allí, la realidad choca con la realidad. En ese momento, la ciudad idealizada se convierte en otra cosa y los recuerdos no se asemejan a lo que se encuentra al regresar.

Los expertos aseguran que cuanto mayor sea el tiempo que pasen fuera de casa, mayor será el choque recibido al volver a su lugar de origen. De hecho, los síntomas o sentimientos que pueden presentar estas personas a su regreso son los siguientes.

  • Nadie les escucha ni les comprende.
  • Aburrimiento.
  • Añoran el hogar a la inversa.
  • La gente les malinterpreta.
  • Incapacidad para aplicar nuevas habilidades y conocimientos.
  • Cierto desequilibrio emocional.
  • Cambian sus relaciones actuales.

Puede que todo resulte muy alarmante, pero nunca hay que perder las ganas de viajar.

Muchas de estas personas logran combatir el síndrome e incluso agradecen haberlo tenido. Y es que esos sentimientos les hacen finalmente adaptarse para encontrar su lugar y vivir el momento.

Después de haber viajado, muchas personas que sufren el síndrome del viajero eterno se dan cuenta de que deben volver. A la hora de hacerlo es necesario mirar siempre el lado positivo y recordar qué era lo que más amabas de tu hogar.

Al fin y al cabo, todas las ciudades evolucionan y cambian y es lógico que no se tengan las mismas sensaciones.

Sin embargo, lo que hay que hacer es adaptarse por completo a ellas y aceptarlas. Esa es la clave para sentirse mejor y saber luchar contra los efectos del síndrome.

 

¿Cómo superar el síndrome del viajero eterno?

  • Aunque exista una etapa de confusión inicial, se debe hacer lo posible por encontrar sentimientos positivos. Volver a ver a los seres queridos y disfrutar de la alegría de volver a estar en casa.
  • Hay que tener paciencia. Todo tiene un tiempo de adaptación y no pasa nada por hacer un pequeño esfuerzo.
  • Hay que dejar pasar la etapa de duelo. Al dejar esa vida de idas y venidas, vivirás otras fases diferentes, no por ello menos productivas e intensas.
  • Intenta retomar todo aquello que has extrañado, ya sean cosas, relaciones o lugares cercanos que echaste de menos al vivir muy lejos.
  • Es muy importante mantenerse activo. Al volver al país de origen, es conveniente buscar actividades laborales y de ocio que puedan despertar interés.
  • Las experiencias que tanto te gustaron en el extranjero, no tienen que desaparecer. Simplemente intégralas y continúa con esas tradiciones. No tienes que anular parte de la historia de tu vida, menos aún cuando disfrutaste mucho de esa etapa.
  • Reconócete a ti mismo que has evolucionado y utiliza todo el aprendizaje de tu experiencia en el extranjero.
  • Vive el presente e intenta no quedarte estancado en el pasado. Nuevas oportunidades te están esperando para que inicies una nueva vida.
  • Si lo necesitas pide ayuda profesional, ¿por qué no? Puede que el proceso de readaptación sea complicado para ti. Poco a poco te irás soltando y lograrás adaptarse a la nueva situación.

 

5 consejos para regresar al hogar de forma feliz

A veces puede suceder que, cuando se regresa al hogar, afloran sentimientos desconocidos. Es como si ya no pertenecieras al lugar y nada está como recordabas. Ese recuerdo ha permanecido inalterable con el paso del tiempo, sin ser conscientes de que todo evoluciona.

El resultado son sentimientos confusos que pueden hacer pensar a la persona que lo padece que no es de ningún sitio.

  1. Lo primero es reconocer lo que a uno le pasa. En realidad, es una situación bastante frecuente que pasará pronto. Y es que cuando el viaje se hace por placer, es difícil regresar porque relacionamos la vuelta con la rutina y el estrés.
  2. No hay que dejar que los prejuicios invadan nuestros sentimientos. Regresas a tu hogar, no a una cárcel de máxima seguridad. Encuentra cosas que te guste hacer y acepta que tus familiares y amigos hayan cambiado, por el hecho de que tú también lo has hecho.
  3. Volver no es algo obligatorio. En realidad nadie está obligado a volver a sus orígenes o a su hogar. De hecho, tienes total libertad para regresar al extranjero y vivir en el país que te acogió de buen grado.
  4. A veces es difícil manejar esos sentimientos. Si es necesario pide ayuda, ya sea de un profesional o de un amigo. Confía en las personas más cercanas y cuéntales tu problema.
  5. El proceso de readaptación es algo normal. No hay que tener miedo, simplemente vivir el día a día, estando preparado para los nuevos cambios.

Normalmente, lo que sucede es que se pierde la familiaridad con el entorno , pero existe la posibilidad de recuperarlo poniendo en práctica algunos consejos como estos.

 

Fotos Shutterstock: hombre levanta las manos en señal de júbilo encima de una barca en medio de un lago. 

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